Aquí, tomando una taza de leche caliente, recuerdo aquellas tardes de verano que pasé fuera de casa. Tardes en las que el tiempo se paraba para seguir pintando, o por el contrario se acortaban para mostrarme una luna llena de luz y vida. Aquellas tardes en las que el cielo era amarillo, y todo tenía un color tan especial que ni mi cámara de fotos ni mis cuadros pudieron dejar reflejados. Esos días en los que la mañana nacía fría, y la noche moría tibia, en los que las conversaciones, las risas y las confidencias de madrugada eran nuestra vida.
Ya no recordaba aquellos días en los que el color envolvía mi vida, aquellos días en los que todo tenía fuerza, y hacía que mi corazón palpitara a toda velocidad. Y gracias a ti mi cielo se ha vuelto otra vez amarillo, como aquellos días. Me han llegado todos los vibras de colores y las cosquillas en los pies que me enviaste, y todos han hecho efecto, jaja!!
Gracias Manu por devolverme mi cielo amarillo!!
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